Son tres llaves maestras para ayudarnos a abrir nuestras cerraduras,
conocer el cuerpo y la mente en su lenguaje natural.
El lomilomi es la llave física, el ho’oponopono la llave de
la mente y las leyes de los deseos llaves para entrar en el mundo espiritual.
Cada una de estas técnicas está basada en la filosofía Huna de Hawaii, en su Aloha: ‘el aliento
amoroso de la vida que crea unidad’ y por ello que están inmersas de un
inconmensurable amor que nos protege y
cuida cuando estamos buscando respuestas, maneras de evolucionar y transformarnos;
además de mostrarnos muchas veces las caras de la verdad que aún no hemos
querido mirar y hacerlo de manera paradójica para sonrojarnos y reconocernos.
Es en el Lomilomi donde de forma ritual amasamos el cuerpo,
masajeamos centímetro a centímetro y
capa a capa para escuchar y liberar las tensiones, soltar las rigideces y
recibir un bálsamo de conciencia corporal y de entendimiento. El cuerpo es un mapa.. se puede leer en él y
si observamos con atención durante el masaje podemos deshilar los caminos por
los que creamos dolor y abrirnos paso hacia el placer de comprometernos con
nuestra salud en cada una de las intuiciones
que el cuerpo nos sugiere. El Lomilomi es el lugar y el momento idóneo para
aprender a dialogar con la sabiduría del cuerpo, pactar, llorar, reir,
desnudarse … rejuvenecer.
El Ho’oponopono
quiere traer paz a la mente,
serenar el dialogo del análisis y proporcionar técnicas para desenredar los
nudos que el pensamiento divagativo
produce en nosotros y en nuestras relaciones interpersonales. Son
técnicas para llegar a tocar el amor que llamamos divino: el más entregrado,
integro, desinteresado y magnámino que podamos emanar. Es muy sano emanar amor
exquisito, todo el cuerpo sana cuándo soltamos todas las justificaciones para
no querer a alguien. Es una llave
maravillosa pues contraresta del castigo
y la culpa, permitiendo un espacio emocional
limpio para ubicar las relaciones personales. El ho’oponopono es una manera sencilla de volcar todo nuestro amor,
perdón y agradecimiento en las personas que nos importan. Es una herramienta
basada en la responsabilidad y
caracterizada por la generosidad, para sanar de dentro afuera..sanar
aquello que está desequilibrado en mi para sanar el entorno.
Las leyes de los deseos se transmiten de generación en
generación, son parte de la cultura hawaiana, nos dicen que puesto que los
seres humanos estamos deseando siempre,
es importante saber desear bien. Desear es un proceso habitual que constituye
una expresión de esperanza y
aspiraciones. Formular un deseo nos llena de satifacción espiritual por si
mismo, este es el secreto de un buen deseo según los antiguos kahunas . Desea con sencillez, sin egoísmo y en
sincronía con las demás personas. Desear no es intentar atraer algún favor del
cosmos es más bien describir nuestros anhelos para que el cosmos los
conozca. Ésta es una característica esencial para desear bien
..no estar esperando que se cumpla el deseo, formularlo sin apego, sin
expectativas o exigencias. Es la fórmula para generar energía libre con la que
crear , tanto si se cumple el deseo cómo si no, deseamos para darnos a conocer, para
expresarnos, para vincularnos de manera sana, un deseo es un regalo en sí
mismo.
Claro que los deseos pueden ser constructivos o
destructivos…por eso los sabios Huna se dedican también a guiar la energía de
deseo de las personas, para que aprendamos a conducir bien su naturaleza. Una guía que sirve para aprender a
desear de un modo bondadoso, prudente y
reflexivo, en armonía con la ‘aina (tierra), la ‘ohana (familia) y ke akua
(Dios o poder supremo). Esta Guía es una canoa que nos ayuda a navegar entre
las expectativas de ganancia del mundo civilizado y la conciencia espiritual y
terrenal del mundo nativo. Aquí están los principios básicos de las leyes del
deseo:
Desea con sensibilidad, si tu deseo favorece a alguien para
perjudicar a alguien más, considera muy bien lo que estás deseando y las consecuencias de tu deseo. Los kahunas
dicen que si deseas a alguien algo que no merece, el deseo retorna a ti.
Desea con paciencia, formula tu deseo hasta encontrar la
versión más acertada del mismo.
Desea con el corazón…si el deseo proviene de la cabeza no va
a ser energía libre, estará por doquier condicionado y además querrás atraer y
poseer el resultado de tu deseo. Puede ser toxico desear así. Desear con el
corazón es muy bello, pruébalo!
Desea por amor y con delicadeza, no desees por miedo o para
evitar un miedo.
Los hawaianos dicen además que casi todos los deseos
verdadero no se piensan ni se dicen con palabras, cuando se oyen en el aliento
y en la voz del corazón entonces vibran en todo el universo al mismo tiempo.
Un deseo bien formulado consta de 5 elementos:
Serenidad y agradecimiento.
Sentido, una mezcla de fe y optimismo con respecto a la vida.
Empatía y personas con quien compartirlo.
Propósito de contribuir y compromiso.
Placer y satisfacción desde el mismo momento de formularlo.
Se ha demostrado que actos altruistas como formular deseos
para los demás tienen resultados muy buenos para la salud, mejoran el
equilibrio psico-físico que aumenta la inmunidad, ayuda a proteger el sistema
cardiovascular y activan el ADN. Los deseos son más sanos si se hacen sin esperar
nada a cambio, ni agradecimiento, ni éxito ni recompensa. Tan sólo la acción de
desear el bien a otra persona es en si mismo satisfactorio.
Un buen deseo a tiempo ayuda a disminuir la agresividad, cuándo alguien te enfada tan sólo te relajas y
le deseas que pueda hacer bien las cosas, que todo le salga bien, que llegues
bien a casa…los buenos deseos son pacificadores!
Desear una vida plena, un trabajo interesante, un amor
verdadero, una vida llena de placer, encontrar sentido a nuestra existencia…
son deseos que podemos formular
cotidianamente como puentes que elevan nuestra energía y nos predisponen a
subirnos al tren de la experiencia adecuada. Los deseos no atraen ni garantizan
resultados pero nos preparan anímicamente para elegir bien una vez que la vida
en su inmensidad nos presenta la oportunidad de alcanzar nuestros anhelos.